A veces soy demasiado controladora porque no se me da nada bien improvisar. Es algo que me inquieta mucho ya que tanto las buenas noticias como las malas vienen así, de golpe, sin avisar. El nerviosismo que me produce abrir un regalo es una muestra de la intranquilidad que me produce lo nuevo. Siempre quiero estar preparada, dispuesta, segura; detesto quedarme en blanco, no saber reaccionar ante una situación puede ser determinante. Soy reflexiva, más que impulsiva. Necesito comprender, interpretar, asimilar, relacionar, y luego ya si eso, actuar.
Quiero contaros que algo nuevo a sucedido en nuestras vidas, un acontecimiento pequeño pero muy significante, unas de esas cosas que llevas esperando mucho tiempo, y aún así te pilla de sorpresa. Pero antes de escribirlo, antes de comunicarlo abiertamente, necesitaba digerir la ensaladilla de emociones para poder expresarme con cierta claridad; me faltan palabras para definir todo lo que siento y pienso. Hace dos días Dani movió las piernas por primera vez, después de estar más de seis años sin poder hacerlo. Un movimiento leve, suave y sutil que supone un punto de inflexión en esta historia de mierda. Algo se ha conectado dentro de su organismo, algo que antes no funcionaba ahora si lo hace, mostrándonos unos pequeños resultados que alimentan nuestras ilusiones. Su ingrávido movimiento implica una superación de los límites de lo posible, una muestra viva de que las barreras físicas y mentales se pueden superar, por muy difíciles que parezcan.
Alguien nos dijo una vez que dejáramos de luchar, que era imposible que pudiera recuperarse de las secuelas del accidente, que sus piernas no volverían a funcionar, que “el cable” se había roto por completo y punto, no se podía reparar. Vamos a ver, que algo sea imposible significa que jamás sucederá, que no hay medios suficientes para que eso ocurra. Esta definición invita a la renuncia, a un cese total del empeño. La palabra improbable quiere decir que es muy difícil que pase, pero existe una remota posibilidad, lo que deja una pequeña ventana abierta a la esperanza. Sin duda, yo (y cualquiera que se considere mínimamente positivo) prefiero usar esta segunda palabra para enfrentarme a cualquier reto complicado que se plantee porque la fuerza del ser humano es extraordinaria, es capaz de conseguir cualquier cosa, y decir que algo es del todo imposible es limitar, es añadir más barreras a lo que ya es un enorme problema. Evidentemente hay que ser realistas, tampoco sería sensato hacerse un puñado de ilusiones que no conducen a ninguna parte; montarse castillos en el aire trae a menudo dolorosas decepciones. Pero joder, es que si no crees, si no confías, si no te entregas a una pizca de esperanza, por pequeña que sea, estas acabado. Nunca debería darse por perdida una batalla sin antes pelear. Nunca deberían matarse las buenas ambiciones. Nadie debería invitarte a desistir. Que no te engañen, conformándote con tu desgracia la vida no será más feliz, sólo más fácil. Qué imprudencia...¿Quién se atreve a ponerle límite a los deseos?
Personalmente creo que los sueños (y los delhirios) necesariamente no tienen por que formar parte de una vida fantasiosa, en la cruda realidad también hay sitios para ellos. Los sueños no respetan la razón ni el sentido, pero despiertan en uno mismo una motivación inverosímil para llevarlos de lo distante a lo posible. Ayudan a dibujar metas en nuestras mentes, a marcar objetivos claros lo que conduce a la consecución de los mismos, es una mera cuestión estratégica para alcanzar el éxito (en el ámbito que sea). Pero el precio que hay que pagar para lograr algo que se desea con toda la fuerza interior inimaginable puede consistir en largas y extenuantes horas de trabajo, en estar mucho tiempo apartados de familiares y amigos, o en persistir a pesar de que todos te digan que no lo hagas. Este es un precio alto, que exige muchos sacrificios, y no todo el mundo está dispuesto a pagarlo. Es por eso que no todo el mundo consigue sus sueños, pero Dani tiene una voluntad de acero en su alma, consistencia, determinación y mucha perseverancia.
Personalmente creo que los sueños (y los delhirios) necesariamente no tienen por que formar parte de una vida fantasiosa, en la cruda realidad también hay sitios para ellos. Los sueños no respetan la razón ni el sentido, pero despiertan en uno mismo una motivación inverosímil para llevarlos de lo distante a lo posible. Ayudan a dibujar metas en nuestras mentes, a marcar objetivos claros lo que conduce a la consecución de los mismos, es una mera cuestión estratégica para alcanzar el éxito (en el ámbito que sea). Pero el precio que hay que pagar para lograr algo que se desea con toda la fuerza interior inimaginable puede consistir en largas y extenuantes horas de trabajo, en estar mucho tiempo apartados de familiares y amigos, o en persistir a pesar de que todos te digan que no lo hagas. Este es un precio alto, que exige muchos sacrificios, y no todo el mundo está dispuesto a pagarlo. Es por eso que no todo el mundo consigue sus sueños, pero Dani tiene una voluntad de acero en su alma, consistencia, determinación y mucha perseverancia.
Me atrevería a decir que a él tampoco le gusta improvisar, le gusta estar preparado, por eso no ha dejado de trabajar ni un solo instante, por si en algún momento de su vida se le presentaba la oportunidad de ir al culo del mundo a cumplir su sueño. Su reacción ante esta situación fue (y es) determinante, tanto, que estoy segura de que conseguirá superar muchos más límites que ahora creemos muy improbables. Esto no es ni mucho menos una consumación, es sólo el principio de un nuevo camino del que no puedo concebir el final. A los que le acompañamos, en presencia y en esencia, en esta aventura que he bautizado como “Cruzada por la independencia”, sólo nos queda seguir trasladándole todo nuestro cariño y toda nuestra fuerza.
¡Ánimo tete, que tú si que puedes!
“No te rindas que la vida es eso,
“No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
y destapar el cielo.”
(M. Benedetti)
(M. Benedetti)
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