La RAE define la costumbre cómo: Hábito, modo habitual de obrar o proceder establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto.
Cada país tiene una serie de cualidades y aspectos que lo distinguen del resto. Hay una forma común de actuar, cosas que se consideran cotidianas y conforman el auténtico día a día. Muchas de ellas se explican en las guías turísticas. A poco que busques información sobre la India podrás encontrar referencias sobre los saris (una prenda femenina considerada como símbolo nacional), el bindi (esos puntitos que adornan la frente de las mujeres y que simbolizan el sexto chakra , "la sabiduria oculta") o la particular forma que tienen aquí de decir que “si” (aunque tienen palabras para afirmar, ellos acostumbran ha hacer un movimiento de la cabeza muy parecido a nuestro “no”).
Nosotros todavía no hemos visitado ninguno de los sitios turísticos que se aconsejan, no hemos visto las grandes maravillas mundialmente conocidas que este país alberga, pero lo que sí hemos hecho durante estos largos e intensos dieciocho días es vivir en la India. Voy ha haceros un disparatado símil alicantino para situaros en nuestro mapa: Digamos que nuestra zona es “Carolinas”, un auténtico y mítico barrio de trabajadores situado al sur de la ciudad; si andamos un poco por los alrededores llegamos a “Ciudad Jardín”, un barrio colindante dónde hay pequeños chalets, unos mejor conservados que otros, con sus verjas, sus macetas y sus vehículos aparcados en la puerta; para descubrir los encantos más representativos de la ciudad tenemos que subir al centro. Residir en este remoto punto de Delhi me ha permitido conocer otras tantas costumbres que no vienen escritas en ningún lado, esas "cosetes" que se van aprendiendo sobre la marcha. Aquí os escribo algunas curiosidelhidades:
-Es muy frecuente ver a multitud de hombres desempeñando la misma función. Ayer, mientras limpiaban las escaleras del exterior del hospital, pude contar hasta 7 tíos agachados en el suelo sacándole brillo al mismo metro cuadrado, más uno que les traía café, más otro que sólo miraba. La mano de obra, cualificada y no, abunda; es indiscutible que las masas de jóvenes, de población activa, es uno de sus mayores valores.
- Hay montones de cruces svastikas por todas partes. He tenido que buscar qué significado tienen porque la primera asociación que hacia mi mente era con el nazismo, lo cual no tenía sentido. Las svastikas de aquí simbolizan la reencarnación perpetua. Hitler la tomó prestada y le invirtió la posición de los brazos.
-En Delhi no hay aceras, están todas rotas o a medio hacer. En el caso de que haya alguna terminada te encuentras montañas de arena o de ladrillos que pertenecen a alguna obra cercana e imposibilitan el paso. Una acera también es susceptible de convertirse en carril de doble sentido para las motos o en parking de coches. Así pues, lo más seguro es andar por la carretera como hacen los nativos, y si molestas ya te pitarán.
-En Delhi no hay aceras, están todas rotas o a medio hacer. En el caso de que haya alguna terminada te encuentras montañas de arena o de ladrillos que pertenecen a alguna obra cercana e imposibilitan el paso. Una acera también es susceptible de convertirse en carril de doble sentido para las motos o en parking de coches. Así pues, lo más seguro es andar por la carretera como hacen los nativos, y si molestas ya te pitarán.
-Quién no trabaja es porque no quiere. Ante las impetuosas necesidades los indios agudizan el ingenio y cualquier propiedad puede servir para montarse un negocio propio. Si tienes una plancha de carbón del siglo pasado y consigues una superficie lisa, te conviertes ipso facto en el planchador del barrio. Como se trata de optimizar los recursos, te pones cerca de un árbol con grandes ramificaciones y así ya tienes perchas. Si tienes una bici puedes llenarla de trastos y ser vendedor ambulante o en su defecto, ser transportista. Si tienes unas tijeras, un espejo y una silla… ¡listo! ya puedes ser el peluquero de cabecera para muchos hombres (de mujeres no, puesto que valoran demasiado sus largas y negras melenas). Si tienes un hinchador de ruedas, y un poco de maña, te plantas en una esquina concurrida y sólo tienes que esperar; en este caso el éxito esta asegurado porque el mal estado de las carreteras y de las aceras (me remito al punto anterior) garantizan la clientela.
* Quiero hacer mención especial al “señor de uniforme que te abre la puerta”, un oficio de lo más frecuente por estos lares. Los hay en tooodas partes, y su principal función es la de saludarte, invitarte a entrar, aguantarte la puerta y después despedirte amablemente. Un detalle por su parte.
- Hay hipercontaminación acústica y ambiental. El aire esta sucio, hay una neblina de polvo negra estancanda, consecuencia de las cantidades ingentes de vehículos que circulan cada día. Las calles no tienen paeleras, y demasiado limpias están, pero lo que si que puedes encontar son pequeños vertederos localizados en algunos puntos concretos que...¡Dios! desprenden un olor nauseabundo. Pero especialmente es el silencio lo que brilla por su ausencia en cualquier punto de la ciudad. Es imposible que no haya ruido de fondo en cada momento: los pitidos de los coches, las múltiples obras, las músicas imposibles saliendo de las tiendas, perros ladrando, o simplemente las miles y miles de personas que hay por todas las calles …
-Existe un gran orgullo de ser indio. Algo que se palpa en cada instante, en cada calle, en cada mercado, más allá de la diversidad étnica y religiosa. Las tirangas (nombre con el que se conoce a la bandera por sus 3 rayas horizontales), las pegatinas o las pintadas en los coches anuncian un profundo patriotismo.
-En cuanto a la comida, qué decir… que aquí lo que no tenga algún tipo de especie, por mínima que sea, deben de pensar que no es un plato digno. Se trata de una cocina elaborada, colorida, compleja, especiada y sobretodo muy picante. Los pimientos verdes, amarillos y rojos quedan preciosos en las ensaladas pero a mi no me saben tan bien. Se hace imposible conseguir una buena cerveza fría para paliar el aderezado de las comidas, así que la mejor solución es el agua, eso si, con dos premisas: mínimo dos litros, para apagar los ardores; y que sea mineral por supuesto, para minimizar riesgos innecesarios.
-Mucho ojo a la hora de abrir las botellas de agua mineral. Están llenas hasta el mismísimo borde, lo que inevitablemente ,en unas manos resbaladizas como las mías, conduce a empaparse la camiseta o en el mejor de los casos a derramarla en el suelo. Este consejo ahorra muchos lamparones.
-Los indios son muy curiosos, dirigen sus penetrantes y enormes ojos negros a todo cuanto se mueve a su alrededor. Es gente muy comunicativa, les encanta reunirse en plena calle, observar y hablar. También suelen aglutinarse en torno a puestos ambulantes de frutos secos para pasar el rato. Eso sí, estas simpáticas reuniones al aire libre son "only for men", las mujeres, como para tantas otras cosas, quedan recluidas.
-Estampan todo con sellos personalizados. Muy importante la mecánica de las grandes tiendas y típicos “super”. Te pasan todos tus productos y te dan tu correspondiente ticket de la compra, con él debes ir a otro mostrador contiguo (o no), pagar, y que te lo sellen. Después ya puedes ir a recoger tu bolsa. Sería útil si te pidieran el ticket sellado antes de recoger la bolsa pero ese paso deciden saltárselo.
-Hay controladores de metal a la entrada de todos los grandes almacenes, y muchos otros lugares públicos, como templos e incluso algunos mercados al aire libre, pero nadie se preocupa si algo suena.
- Es complicado ver una cola de gente. Tú llegas, pides y te vas; si te hacen esperar porque están atendiendo a otro, pues te pones pesado e insistes. Aquí todo el mundo intenta colarse; la técnica es la de amontonarse en el mostrador o en la ventilla hasta que te hagan caso. Curiosamente aquí no se aplican a la expresión en “fila india”.
-Los autobuses raramente paran totalmente para que los pasajeros se suban o bajen, a no ser que haya personas mayores o mujeres. La gente se baja y sube con el vehículo en marcha. No suelen llevar puertas y, si las tienen, van siempre abiertas.
-El deporte rey, y casi único, es el Criquet, otro legado de los ingleses.
-Los indios son unos genios a la hora de aprovechar el espacio de los vehículos. Me río de los “trichoped” de nuestra juventud. Aquí es habitual ver a tres, a cuatro o incluso a cinco personas en la misma moto, convirtiéndola así en un vehículo familiar. Si algún precavido lleva casco (por sensatez, no por las multas desde luego) siempre es el que conduce.
-Una de sus pasiones: las macetas. No pequeños jardincitos elaborados, no. Grandes maceteros pintados de colores alegres y vastas plantas adornan las entradas de hogares y establecimientos, por ruinosos o viejos que estos sean.
This is India!
Informando a 9866 km de distancia, vuestra Marina.