domingo, 22 de enero de 2012

Mediworld


Odio los hospitales ¿tú no? Los detesto, me agobian, me ponen nerviosa, me alteran, me quitan la paz. Lo cierto es que las grandes mujeres de mi vida trabajan en alguno de ellos haciendo su pequeña gran labor ahí dentro, salvando a la humanidad, mejorando la estancia de los pacientes, alargando sus vidas, o aportando eso de lo que muchas veces carecen estos centros pese a su nombre, la hospitalidad. Pero es que ese olor me perturba, me incomoda. Cuando estoy en uno sólo puedo fijarme en las caras de los familiares y puedo sentir su cansancio, su agotamiento, su sufrimiento, su dolor…

Durante los próximos tres meses prácticamente viviré en uno, Nutech Mediworld, así se llama. Pero este es especial, es diferente al resto de hospitales en los que he estado y desde luego no se puede comparar con ningún otro sitio de los que he podido ver en Delhi. Aunque el edificio en sí ya recoge la esencia del país, puro contraste. La fachada tiene un diseño muy estético, es toda de cristal, un signo de modernidad arquitectónica. Tiene un aspecto nuevo y vanguardista, sobretodo si lo comparas con el entorno, pero cuando entras la opulencia se queda en la puerta preparada para encandilar a su próxima víctima, y da paso a la sencillez. El edificio se nota que está reformado, de hecho no paran de hacer pequeñas chapuzas por todos lados, como diría mi Jordanet “ se pasan el día martillando”. La decoración es sencilla, algo sobria, pero conforme pasa el tiempo resulta un espacio más acogedor. Lo tienen todo impoluto. No es un hospital al uso, para que os hagáis una idea, más bien parece un hotel de dos estrellas. Las habitaciones mantienen esta misma línea, debe haber como unas 20, divididas en tres plantas, y se quedan un poco pequeñas para albergar a tres personas, la silla de ruedas, los odenadores, mil cargadores, las dos maletas (size XL) y demás enseres.

Todo el personal del hospital es joven, se respira un ambiente vivaracho. Como la mayoría de la población son bilingües; entre ellos hablan el hindi (es uno de los idiomas con carácter oficial aquí, y según dicen se deriva del sánscrito, la lengua más antigua del mundo) pero para dirigirse a los pacientes siempre hablan un correcto y simplificado inglés. Las enfermeras no parecen indias, tienen más bien rasgos asiáticos. No sabría deciros la nacionalidad exacta porque me parecen todas iguales. Da la impresión de que permanentemente están de guardia la misma pareja de muchachas, siempre atentas y alegres. Van uniformadas con un pijama lila, y se estila mucho entre ellas, llevar chanclas de dedo con calcetines…¡ché! ¡una cosa incomodísima!. También hay servicio de habitaciones para cuando lo desees, y curiosamente todos los que vienen a limpiar son hombres. Cuando barren utilizan una escoba tipo pluma de avestruz de palo corto. Hay que joderse, para un invento bueno que tenemos los españoles, como es nuestra cómoda escoba de palo largo y ¡no la usan!.  En general, quiero realzar el trabajo que hacen todos aquí, son unos currantes. Se les ve a gusto desempañando su labor, parecen contentos, relajados, implicándose en cada acción. Son muy puntuales (tantísimo como mi madre para que os hagáis una idea), no pierden ni un minuto, y sobresalen (aquí sí) por su hospitalidad, se preocupan un montón por los pacientes y sus familias. Están siempre muy atentos y dispuestos a facilitarte las cosas, desde el primero hasta el último. Y si hay un gran tesoro en este país, algo que de verdad me encanta, es
la espiritualidad de sus gentes que se hace carne en sonrisas francas, puras, inocentes, generosas y bien blancas.


Sólo hay un despacho en el hospital, situado en la planta baja, que le corresponde a la Doctora Getta Shroff. Aquí la consideramos una semidiosa ya que pretende milagros. Quedaros con su nombre porque lo que no tiene cura en nuestra avanzada, ordenada y cuadriculada Europa, en este desequilibrado y desastroso país, en concreto en el Nutech Mediworld, esta mujer de unos cuarenta y pocos años, cercana y sencilla, lo esta consiguiendo.

En el hospital hay bastante ajetreo, especialmente por la mañanas, continuamente viene gente de fuera para someterse a diferentes tratamientos puesto que se asisten numerosas enfermedades como las parálisis cerebrales, las cegueras o las lesiones medulares; a cada paciente se le aplica un tratamiento específico y especializado. El horario de trabajo es lunes a sábado por la mañana. En total suman unas 14 horas de rehabilitación a la semana y 3 de terapia ocupacional. Esto es un intensivo, aquí se trabaja con esperanza y de una forma impetuosa, como de debe ser. Tienen un cometido: cada paciente debe irse de aquí mejor de lo que entró (supongo que es el compromiso que adquieren después del dineral que entra en el centro, pero aún así se agradece porque se crea una agradable atmósfera de ilusión y confianza). Además le pinchan 2 veces al día, incluso a veces cae alguno más, mañana y tarde, en diferentes partes del cuerpo, los siete días de las semana.

Si le funciona a Dani, como estamos viendo que le funciona a otros, será un milagro maravilloso. Me pongo nerviosa sólo de pensar que es posible que algún día pueda escribir un post para contaros que ha habido una pequeña evolución o mejoría. Pero mi gente, acabamos de empezar, queda mucho camino por andar.

Que vuestras mentes sigan optimistas y vuestros corazones alegres.

1 comentario:

  1. Madre mía, Marina, cada post es un sin fín de emociones, me río mucho sobre todo al principio, y siempre me caen lágrimas en los últimos párrafos. Quien se encuentre a mi alrededor en ese momento (o Gal·la o el papá) me pregunta, no entiende, quiere saber, qué precisión, cuánta sinceridad, cuánta emoción en cada post y con anhelo espero el siguiente, mientras espero yo también que llegue ese día, y pueda llorar más y más. Best of luck, my little sweetheart, God help life be that way. Kisses. Celia.

    ResponderEliminar